Durante los meses de septiembre y octubre de 2023, un movimiento artístico y educativo recorrió las escuelas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dejando una huella tan colorida como significativa: se trata de la creación de 15 murales ambientales autogestivos, una iniciativa enmarcada en el Programa Escuelas Verdes que logró conjugar arte, conciencia ambiental y trabajo comunitario. A lo largo de este proceso participaron activamente 1.183 estudiantes y 141 docentes, quienes, junto a las muralistas Ana Kondakjian y Carolina Goijman, hicieron del arte un vehículo para el cambio cultural y la reflexión ecológica.

Esta propuesta, que contó con el respaldo y articulación del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, fue mucho más que una actividad artística: representó una estrategia integral para fortalecer el compromiso de la comunidad educativa con el cuidado del ambiente, el consumo responsable y la reutilización creativa de materiales que habitualmente son considerados desecho. A través de una serie de etapas cuidadosamente planificadas —que incluyeron capacitación, diseño colaborativo, intervención artística y reflexión— el proyecto se convirtió en una experiencia transformadora para cada una de las escuelas involucradas.

De la formación al mural: un camino pedagógico y artístico

La primera etapa del proyecto consistió en una capacitación intensiva destinada a los docentes. En estos encuentros, los educadores recibieron herramientas conceptuales y técnicas para abordar la construcción de murales desde una perspectiva ambiental. Aprendieron sobre la reutilización de materiales, el trabajo colectivo, las nociones básicas del muralismo y el valor simbólico de intervenir espacios escolares con mensajes visuales positivos y reflexivos. Esta formación inicial fue clave para que luego cada institución pudiera llevar adelante su propio proyecto de forma autogestionada, pero con el constante acompañamiento de las artistas coordinadoras.

Posteriormente, cada escuela diseñó su propuesta muralística, eligiendo una pared y definiendo la temática ambiental que querían transmitir a partir de su contexto particular. Algunas instituciones se inspiraron en sus huertas escolares, otras en la biodiversidad local, y muchas en la importancia de reducir, reutilizar y reciclar para mitigar el impacto de los residuos urbanos. Esta diversidad temática dio lugar a una rica variedad de expresiones gráficas, todas con un mismo hilo conductor: el compromiso con el planeta.

Uno de los aspectos más destacados del proyecto fue la utilización de materiales reciclables como parte de la obra: tapas plásticas, corchos, CD’s en desuso, retazos de madera, entre otros elementos, fueron recuperados y transformados en piezas clave del diseño mural. Este enfoque no solo fortaleció el mensaje ecológico de las obras, sino que también permitió a los estudiantes comprender en la práctica el valor de la economía circular y la reutilización como estrategias sostenibles.

Voces desde las aulas: experiencias que inspiran

La experiencia del Jardín de Infantes Integral N.º 07/20° es un claro ejemplo de cómo este proyecto impactó profundamente en las comunidades educativas. Allí, docentes y estudiantes llevaron adelante el mural “Jardincito de Chicago, Karina Rainone”, un trabajo que combinó creatividad, esfuerzo y aprendizaje ambiental. María Inés Palermo, docente de la institución, compartió cómo vivieron este proceso:

“Realizar este mural significó un gran desafío en todos los sentidos, desde ver en qué pared lo haríamos, hasta qué era lo que queríamos plasmar y si podríamos juntar los materiales necesarios. En esto, el acompañamiento de las capacitadoras fue fundamental.”

En sus palabras, se sintetiza la complejidad y riqueza de este tipo de iniciativas, que no solo buscan resultados visuales impactantes, sino también procesos de construcción colectiva. Palermo destacó además el valor emocional del proyecto:

“No es sencillo, hay que estar muy seguros de lo que queremos transmitir y juntar el material tampoco es fácil, pero les aseguro que una vez que se ve la obra terminada, se llena el alma de orgullo y emoción. Por lograr objetivos, por reducir el impacto de los residuos en el ambiente, por sembrar un poquito de conciencia en los demás y finalmente porque tanto trabajo valió la pena. Comprometerse es el camino. Felices por el resultado final”.

Estas experiencias reflejan cómo el arte, lejos de ser un accesorio, puede ser una herramienta educativa poderosa, capaz de generar aprendizajes significativos, fortalecer vínculos y promover la acción colectiva en torno a causas urgentes como la sostenibilidad y la protección ambiental.

Comunidad y territorio: una construcción descentralizada

Otro aspecto relevante del proyecto fue su carácter descentralizado, lo que permitió que cada escuela adaptara la iniciativa a sus realidades y contextos específicos. Esta autonomía facilitó una participación activa no solo de estudiantes y docentes, sino también de familias y vecinos, quienes en muchos casos colaboraron con la recolección de materiales o brindaron apoyo logístico. En este sentido, los murales se convirtieron también en espacios de encuentro comunitario y en símbolos del compromiso barrial con el ambiente.

La propuesta del Programa Escuelas Verdes fue así mucho más allá de lo meramente estético: promovió una pedagogía del hacer, del cuidar y del transformar. Cada mural es hoy una obra viva, cargada de significados, que invita a reflexionar a toda la comunidad educativa y a quienes transitan por esos espacios escolares diariamente.

Además, la intervención mural no se limitó a un acto decorativo, sino que fue pensada como una herramienta de comunicación visual para la transformación social. En tiempos donde la crisis climática demanda acciones urgentes y colectivas, la incorporación del arte como lenguaje educativo resulta una estrategia eficaz para sensibilizar, educar e involucrar a las nuevas generaciones.

Un puente entre el arte, la educación y el ambiente

El éxito del proyecto radicó también en la sinergia entre diversas instituciones. La colaboración con el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana fue fundamental para articular recursos, conocimientos y logística, garantizando así un acompañamiento permanente a las escuelas desde la formación inicial hasta la concreción de cada obra.

Del mismo modo, el trabajo de Ana Kondakjian y Carolina Goijman fue clave para guiar, inspirar y asesorar a las comunidades educativas durante todo el proceso. Ambas artistas aportaron su experiencia en muralismo con perspectiva socioambiental, promoviendo un enfoque horizontal, participativo y sensible a las particularidades de cada escuela.

La concreción de 15 murales ambientales en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires no solo embelleció las paredes escolares, sino que sembró semillas de conciencia, creatividad y compromiso. Cada mural representa una historia de aprendizaje colectivo, un testimonio gráfico del poder transformador del arte cuando se pone al servicio de causas nobles.

Mirando al futuro: educación ambiental como eje central

Este tipo de iniciativas demuestran que la educación ambiental no debe ser una asignatura aislada, sino un eje transversal capaz de articular saberes, despertar conciencia crítica y movilizar voluntades. El Programa Escuelas Verdes viene consolidándose como un ejemplo de políticas públicas que integran el cuidado ambiental a la vida escolar cotidiana, generando impacto concreto y sostenible en las prácticas pedagógicas y culturales de las instituciones educativas.

El muralismo ambiental, en este sentido, es solo una de las tantas estrategias que permiten a las escuelas convertirse en verdaderos agentes de cambio. Iniciativas como esta abren caminos para que nuevas generaciones comprendan que cada acción cuenta, que la belleza también educa, y que cuidar el planeta es una responsabilidad compartida.

La experiencia vivida en 2023 por más de mil estudiantes y un centenar de docentes no se agota en esos murales terminados: continúa viva en cada conversación, en cada material recuperado, en cada mirada que se detiene frente a una imagen y se pregunta por su significado. Y sobre todo, en cada decisión cotidiana que, inspirada por el arte, se alinea con el respeto por la vida y la sostenibilidad del futuro.

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