La contundente victoria electoral del partido del presidente Javier Milei, La Libertad Avanza (LLA), en las elecciones legislativas de medio término, refuerza su ambicioso proyecto de transformación económica.
Finalmente, el resultado fue arrasador: LLA se impuso con casi el 41% de los votos, superando a la coalición peronista —integrada por el partido principal y sus aliados regionales— por nueve puntos porcentuales. Incluso triunfó en la provincia de Buenos Aires, donde un mes atrás había perdido por 14 puntos en los comicios locales.
El resultado superó ampliamente las proyecciones de encuestadoras y analistas financieros, que anticipaban un empate o, en el mejor de los casos, una ventaja leve para el oficialismo. “Hoy alcanzamos un punto de inflexión”, proclamó Milei ante una multitud eufórica la noche de la elección. “Hoy comienza la construcción de una gran Argentina”.
La victoria revitaliza el programa de reformas libertarias del mandatario, que había atravesado meses de turbulencia. Ahora, Milei cuenta con un margen político más sólido para reconfigurar la economía argentina bajo los principios del libre mercado y la disciplina fiscal. En particular, su bloque podría reunir los votos suficientes en el Congreso para sostener los vetos presidenciales, evitando así que la oposición avance con proyectos de gasto público.
No obstante, el triunfo llega con algunas sombras. La participación electoral, del 68%, fue la más baja desde el retorno de la democracia en 1983, pese al voto obligatorio. Esto revela un nivel de apatía o desconfianza hacia la clase política en general. Aunque el peso argentino se fortalecerá a corto plazo tras los comicios, persisten riesgos de inestabilidad en los próximos meses.
Además, el oficialismo aún carece de mayoría propia para aprobar reformas estructurales en áreas sensibles como impuestos y jubilaciones, por lo que deberá negociar con habilidad. Desde que asumió en diciembre de 2023, Milei —de perfil outsider y carácter combativo— ha logrado reducir drásticamente la inflación mediante fuertes recortes del gasto público, lo que también produjo una notoria baja en los índices de pobreza. Sin embargo, su imagen se vio afectada por escándalos de corrupción y por una recuperación económica más lenta de lo esperado.
En las semanas previas a las elecciones, el gobierno de Donald Trump intervino para respaldar la estabilidad del peso, amenazado por la volatilidad. Estados Unidos habilitó una línea de swap por 20.000 millones de dólares y realizó compras directas de pesos por 1.500 millones, contribuyendo a estabilizar la moneda.
La victoria de Milei permite al gobierno superar un período de alta incertidumbre. LLA obtuvo un desempeño destacado en el interior del país, especialmente en distritos donde se esperaba una contienda reñida. En la provincia de Buenos Aires, el mensaje de que se trataba de una elección “entre el peronismo o Milei” parece haber resonado con fuerza. Incluso votantes críticos al presidente prefirieron respaldarlo antes que arriesgar un retorno del gasto descontrolado.
El mercado financiero reaccionó con alivio: la victoria reduce significativamente la posibilidad de que se relaje la disciplina fiscal. Las acciones argentinas en el exterior y los bonos soberanos subieron, acompañados por una apreciación del peso. Los inversores también interpretaron los resultados como un signo alentador de cara a las presidenciales de 2027.
Aun así, los desafíos económicos persisten. El gobierno debe acumular reservas internacionales para hacer frente a vencimientos de deuda por al menos 18.000 millones de dólares en 2026, una tarea que requerirá comprar divisas y podría presionar al tipo de cambio. Muchos economistas advierten que el peso sigue sobrevaluado respecto de los fundamentos reales de la economía.
Ante la renovada fortaleza política de Milei, este sería el momento ideal para liberar completamente la flotación cambiaria y adoptar un esquema clásico de metas de inflación, lo que permitiría fortalecer reservas sin riesgo de un nuevo brote inflacionario. No obstante, el gobierno ha asegurado que no modificará el régimen cambiario vigente, que actualmente opera dentro de una banda de flotación que se amplía gradualmente cada mes.
Por su parte, Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, habría quedado reivindicado tras su respaldo a la gestión de Milei. El expresidente Trump había advertido que retiraría su apoyo si el argentino sufría una derrota. La línea de swap de 20.000 millones continuará vigente, y el Tesoro incluso podría obtener beneficios con los pesos adquiridos.
Más allá del frente cambiario, Milei enfrenta ahora el reto central de la reforma estructural. Sus prioridades incluyen simplificar el sistema tributario, flexibilizar el mercado laboral y revisar el régimen previsional. Sin embargo, con solo la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado renovados, el Ejecutivo deberá forjar alianzas legislativas. Aunque no ha sido su mayor fortaleza, la magnitud del triunfo podría facilitar acuerdos.
El propio Milei, conocido por su retórica agresiva hacia otros dirigentes, parece haber moderado su tono en los últimos meses. En su discurso de victoria, reconoció la necesidad de construir consensos, propuso abrir el diálogo con gobernadores y manifestó su disposición a cooperar con cualquier fuerza política que comparta sus objetivos.
Históricamente, los años electorales en Argentina han traído turbulencias políticas y financieras. Milei buscará romper esa tendencia de cara a 2027. Desde 2009, ningún gobierno que ganó las legislativas intermedias logró imponerse en las siguientes presidenciales. Para revertir ese patrón, el presidente necesitará aprobar cuanto antes un paquete de reformas estructurales que impulsen el crecimiento sostenido y la creación de empleo.
En sus propias palabras: “No hay tiempo que perder.”
