Fuerte caída de la venta ilegal callejera en la Ciudad: bajó un 92,5 % interanual.

La venta ilegal en la vía pública porteña registró una fuerte retracción durante marzo, con una disminución interanual del 92,5 %, según informó la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) en su relevamiento mensual. Este resultado se suma a una caída del 15,3 % respecto a febrero, y refleja una tendencia sostenida de reducción en la ocupación irregular del espacio público por parte de vendedores informales.

Durante el tercer mes del año, se identificaron apenas 83 puestos de venta no autorizada en las zonas observadas por el organismo. Este número representa una cifra históricamente baja y consolida una merma significativa respecto a períodos anteriores. En paralelo, los datos permiten visibilizar un patrón de concentración: el 100 % de los puestos detectados se ubicaron en solo diez cuadras específicas de la Ciudad de Buenos Aires. Estas arterias, a su vez, equivalen apenas al 1,9 % del total de cuadras relevadas, lo cual indica un control territorial cada vez más acotado de la venta informal.


Microcentro, epicentro de la actividad residual

Entre las zonas más comprometidas se destaca nuevamente la calle Perú, en el Microcentro porteño. Esta arteria, tradicionalmente utilizada por vendedores informales, concentró el 60,8 % de los puestos detectados en calles, avenidas y peatonales. En particular, las cuadras de Perú al 0 y al 100 fueron las más impactadas, con siete puestos en cada una, encabezando el ranking de tramos más afectados.

Aunque otras zonas también mostraron actividad irregular —como alrededores de la estación Once y algunos sectores de Retiro—, el Microcentro continúa liderando el mapa de comercialización callejera. A pesar de ello, el descenso generalizado en la cantidad total de puestos sugiere un endurecimiento en los controles o una posible relocalización de vendedores hacia otros formatos o zonas no contempladas por el relevamiento.


Qué productos se venden más en la informalidad

Respecto a los rubros predominantes, los alimentos y bebidas se posicionaron como los artículos más comercializados, representando el 49,4 % del total de lo ofrecido en los puestos ilegales. Este dato pone en evidencia no solo la persistencia del consumo callejero, sino también la búsqueda de opciones económicas por parte de los compradores en un contexto de inflación sostenida.

Le siguen los productos de indumentaria y calzado, y las artesanías, ambos con una participación del 15,3 %. Estas categorías también reflejan una tendencia ya conocida: la venta callejera como canal alternativo para productos de necesidad o bajo costo.

Las principales zonas de comercialización para estos rubros fueron la mencionada calle Perú, así como las inmediaciones de la estación Once, un punto neurálgico en términos de circulación peatonal y conexión con el transporte público.


Piratería: sin cambios respecto a febrero

En cuanto a la venta de productos falsificados, el informe de la CAC no registró variaciones significativas respecto al mes anterior. Se contabilizaron 23 casos de piratería, número idéntico al relevado en febrero. Las falsificaciones más comunes se dieron en los rubros de Indumentaria y calzado, y Óptica, fotografía, relojería y joyería.

La estación Retiro volvió a aparecer como el principal punto de venta de productos apócrifos, manteniendo su lugar como epicentro de este tipo de actividad. La comercialización de artículos pirateados plantea un desafío adicional, tanto en términos de competencia desleal como en relación con los derechos de propiedad intelectual y la seguridad del consumidor.


Evaluación del sector comercial formal

Desde la CAC, la baja en la venta ilegal es leída como un signo positivo. “Estos datos reflejan el impacto de políticas de control urbano y de esfuerzos coordinados entre la Ciudad y fuerzas de seguridad”, señalaron voceros de la entidad. No obstante, advirtieron que es fundamental sostener esta tendencia en el tiempo, con políticas que combinen control, inclusión laboral y formalización progresiva.

El sector comercial formal ha sido históricamente uno de los más afectados por la competencia desleal del comercio informal. Las cámaras empresariales han reclamado en diversas oportunidades la necesidad de mayor regulación y protección al comercio establecido, en especial en tiempos de crisis económica.


Entre la regulación y la informalidad estructural

Si bien la disminución del 92,5 % en la venta callejera informal marca un cambio notorio, expertos señalan que la informalidad no desaparece, sino que muta. Es posible que parte de la actividad se haya trasladado a ferias no relevadas, comercio ambulante dinámico, mercados virtuales no regulados o inclusive a galerías informales cerradas, donde el control estatal es menor.

Además, muchos de los vendedores informales continúan trabajando por falta de acceso a empleo formal, por lo que entidades sociales y académicas plantean que el abordaje debe ser integral: más allá de la fiscalización, deben existir programas de capacitación, microcréditos y alternativas de inserción laboral formalizada.


La reducción significativa de la venta ilegal callejera en la Ciudad de Buenos Aires durante marzo constituye una señal relevante en materia de ordenamiento urbano y protección del comercio formal. Sin embargo, persiste el desafío estructural de atender las causas profundas de la informalidad, evitando que la solución se limite a una redistribución geográfica de la actividad o a su transformación en modalidades más difíciles de detectar.

A la espera de nuevas cifras, el dato de marzo marca un piso histórico que podría anticipar una nueva etapa en la disputa por el espacio público en la Ciudad, donde la legalidad, la inclusión social y la economía formal deben encontrar un punto de equilibrio.

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