La gestión actual de la Ciudad de Buenos Aires ha comenzado a revisar con detenimiento diferentes aspectos de la infraestructura urbana heredada de las administraciones previas. Entre los puntos que han generado mayor controversia se encuentra el análisis en curso sobre el destino de las ciclovías porteñas, especialmente la instalada en la Avenida Del Libertador, una de las obras más recientes del plan de movilidad sustentable.

Una apuesta por la bicicleta que cambió la ciudad

Desde su nacimiento en junio de 2009, el sistema ECOBICI transformó la movilidad porteña. Inspirado en modelos europeos de transporte sustentable, este servicio público gratuito comenzó con bicicletas verdes y amarillas, y estaciones manuales. A medida que se implementaron mejoras, se modernizó el parque de rodados (ahora de color naranja), se sumaron tecnologías de geolocalización, se incluyó publicidad y se incorporó una tarifa para garantizar su mantenimiento.

Con el paso de los años, la red de carriles exclusivos para bicicletas fue creciendo de forma sostenida. Para 2023, la Ciudad contaba con más de 300 kilómetros de ciclovías distribuidas en prácticamente todos los barrios y con 353 estaciones automáticas para retirar bicicletas. Este desarrollo posicionó a Buenos Aires como una de las capitales de América Latina más comprometidas con la movilidad no motorizada.

La llegada de una nueva administración y el cambio de enfoque

Con el recambio político a fines de 2023, la nueva conducción de la Ciudad —encabezada por Jorge Macri— planteó una reevaluación integral del uso del espacio público. Dentro de ese marco, se puso bajo la lupa la efectividad de las ciclovías, incluyendo la emblemática traza de la Avenida Del Libertador, que conecta General Paz con Retiro.

“Si fuera posible, la levantaríamos completa”, deslizó un funcionario del entorno del nuevo jefe de Gobierno, en alusión a la mencionada ciclovía. El argumento central de la gestión es que dicho carril exclusivo presenta serios problemas de integración urbana, sobre todo en zonas donde convive con clubes, accesos a garajes y calles con tránsito fluido. A su vez, se cuestiona su escaso uso en comparación con otras trazas más consolidadas.

Supervisión tecnológica y monitoreo de uso

El Ejecutivo porteño sostiene que la decisión final sobre cuáles ciclovías continuarían operativas dependerá de los resultados de un relevamiento en desarrollo. Para ello, se están utilizando imágenes registradas por cámaras del sistema de vigilancia urbano, combinadas con herramientas de inteligencia artificial. Estas permitirán identificar los tramos de menor tránsito ciclista y los que generen conflictos con el entorno.

“La idea es evaluar de manera objetiva. Por ejemplo, si una ciclovía se encuentra justo frente a una escuela y complica el ingreso y egreso de los alumnos, es candidata a ser removida”, explicaron fuentes oficiales. Además de estas cuestiones, se evalúa la cantidad de bicicletas que circulan por cada tramo en diferentes horarios del día.

Del entusiasmo al cuestionamiento

El caso de la ciclovía de Libertador es paradigmático. Fue anunciada como un hito de la política de transporte no contaminante durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. Sin embargo, nunca llegó a completarse plenamente —faltó extenderla hasta Retiro— y algunos urbanistas la calificaron como “una obra apurada y mal integrada”.

En paralelo, otros proyectos similares también están en la mira, como las ciclovías de las avenidas Alberdi y Directorio, que fueron muy resistidas por vecinos y comerciantes. La administración actual considera que muchas de estas obras llegaron a su límite de expansión o fueron planificadas sin suficiente evaluación técnica ni consulta pública.

¿Qué dicen los números?

En 2009, cuando se lanzó ECOBICI, los traslados en bicicleta representaban apenas el 0,4% del total de viajes realizados diariamente en la Ciudad. Actualmente, ese número trepó al 7%, lo que implica que alrededor de 400.000 desplazamientos diarios se realizan en bicicleta.

Estos datos forman parte del Plan de Movilidad Sustentable 2030, que además revela que Buenos Aires registra más de 5,4 millones de desplazamientos diarios: un 44,7% en transporte público, 26,1% a pie, 20,7% en vehículos privados motorizados y un 2,2% en vehículos compartidos motorizados.

Aunque el crecimiento del ciclismo urbano es evidente, desde el Gobierno se preguntan si algunas ciclovías son realmente necesarias, considerando su uso real y su impacto negativo sobre el resto del tránsito vehicular y peatonal.

Especialistas opinan: entre la crítica técnica y el respaldo ideológico

Juan Ignacio Fulponi, economista y magíster en Planificación del Transporte, remarcó que no existen pruebas que indiquen que las ciclovías generan mayores niveles de congestión vehicular. “En el caso de la avenida Córdoba, por ejemplo, la congestión no se incrementó desde su implementación. La sensación de caos en el tránsito se debe más a problemas de logística y a accidentes de tránsito”, explicó.

No obstante, Fulponi también advirtió sobre fallas en la planificación original de la red: “Se construyeron tramos que no responden a una demanda real o que carecen de conexión con otros medios de transporte. Hay carriles mal ubicados sobre veredas estrechas y otros que entorpecen el tránsito en zonas comerciales. Soy defensor del uso de la bicicleta, pero si hay tramos que deben ser corregidos, bienvenido sea el replanteo”.

Por su parte, el ingeniero Julián García Aguirrezabala, docente de Ingeniería Territorial en la UBA, subrayó que el diseño de la movilidad urbana debe encuadrarse en una visión integral que contemple la interacción entre bicicletas, peatones, autos particulares, transporte público y la logística comercial. “No se trata solo de sumar kilómetros de ciclovía. Hay que asegurar que estén bien conectadas, bien diseñadas y bien mantenidas”, sostuvo.

La voz de las organizaciones ciclistas

La Coalición Argentina de Movilidad Segura expresó su preocupación frente a la posibilidad de que se recorte la red ciclista. Pablo Lebedinsky, referente de este colectivo, apuntó: “La ciclovía de Libertador es una de las mejores obras que se hicieron, más allá de que su diseño quedó incompleto. En lugar de pensar en quitar, deberíamos estar hablando de extender la red hacia barrios que aún no cuentan con infraestructura segura para ciclistas”.

Además, criticó la falta de diálogo con las organizaciones que promueven el uso de la bicicleta: “Tratamos de reunirnos con las autoridades responsables del área, pero no hubo respuesta. El silencio nos inquieta. La bicicleta es una herramienta de transformación urbana y social. No puede haber retrocesos en esto”.

¿Hacia dónde se encamina la movilidad en Buenos Aires?

La discusión sobre la red de ciclovías en la Ciudad de Buenos Aires pone de relieve una tensión cada vez más visible: la necesidad de revisar lo heredado versus la continuidad de políticas públicas de largo plazo. Si bien una reevaluación puede resultar saludable, especialmente en un contexto económico que exige eficiencia y austeridad, también existe el riesgo de retroceder en logros importantes en términos de movilidad sustentable.

Las decisiones que tome la actual gestión marcarán el rumbo de la ciudad en los próximos años: o se consolida como una capital comprometida con una movilidad saludable, inclusiva y ecológica, o se transforma en un ejemplo de cómo los cambios políticos pueden poner en pausa avances sociales relevantes. Lo que está en juego no es solamente una ciclovía más o menos, sino la visión de ciudad que se pretende construir.

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